Hay una civilización en Sigma Orionis en la constelación de Orión, un sistema estelar séxtuple que se encuentra a unos 1.150 años luz del Sistema Solar.
En uno de los mundos de Sigma Orionis se encuentra esta civilización, que renace de sus cenizas recurrentemente.
Su historia tenía un carácter cíclico, un bucle que se repetía una y otra vez. Esto se sabía por la teoría arqueológica, confirmada durante los últimos siglos de existencia de la civilización.
La cíclica civilización en Sigma Orionis
El carácter cíclico era uno de los muchos misterios que les faltaban por resolver, sabían que no solo hubo una civilización en Sigma Orionis aparte de la suya, hubo decenas que alcanzaron el mismo nivel tecnológico, cultural, y que todas fueron arrasadas llegado el momento. Sin que la siguiente civilización naciente supiese el motivo de su desaparición.
Todas las civilizaciones tenían algo en común, su comienzo y su final, el nacimiento en una edad de piedra y su desaparición cuando llegaban a entrever el significado de las estrellas.
Según la leyenda de aquel lugar, cada diez mil años la oscuridad penetraba en cada uno de los que habitaban aquel mundo y los despojaban de toda razón, los convertía en salvajes, bárbaros dementes, de tal manera que terminaban con todo aquello que habían creado a lo largo de los siglos, destruyendo por completo su legado, todo aquello que habían construido a lo largo del tiempo.
Todo esto no se supo así como si nada, no surgió por inspiración divina, les llevó siglos de investigación, de estudio, de trabajo al pequeño colectivo científico.
El miedo suele fascinar
Mucha gente suele asustar a otros a modo de broma, por el hechizo que provoca el miedo en el receptor.
Pero cuando el miedo, la oscuridad que se mete en el interior, y ya no se es capaz de volver hacerla salir, ese miedo es diferente. Con él ya no puedes ver igual esos lugares oscuros.
Muchos que han experimentado la oscuridad, se niegan a dejar los espacios abiertos, tiene miedo a dormir, a cerrar los ojos, a vivir en interiores.
Si se les obligase a entrar en sitios cerrados y oscuros terminarían haciéndose daño, autodañándose en el intento de salir por el medio que fuera de ese lugar.
Tinieblas
Imagínate que las tinieblas te rodean, no hay nada de luz, ni una triste sombra, solo un vacío infinito de oscuridad.
Las casas, los árboles, la tierra, el cielo… todo se ha convertido en una mancha negra, nada, no hay nada ¿puedes concebirlo?
La verdad… no es posible concebirlo verdaderamente. Un cerebro humano no puede recrear semejante panorama, como tampoco puede forjar lo infinito, ni lo eterno.
Por eso se limita a intentarlo según las especulaciones, si el pensamiento viese de verdad esa realidad, realmente, sufriría unas consecuencias irreversibles, en las que ya no podría volver a ser el mismo.
El cerebro humano no puede abarcar lo que escapa a su comprensión, puede hacerse una idea, pero si de verdad viera lo que es eso, enloquecería.
Una noche cada 10.000 años
De ahí que esta civilización cada diez mil años tenga que empezar de nuevo, su mundo con seis soles, en el que no hay ni siquiera un segundo al día en que se haga de noche.
Cuando llega a ese punto de conjunción de astros, donde sus lunas y otros planetas vecinos ocultan los soles, provocando una oscuridad total durante horas interminables.
El tiempo suficiente para que la esperanza se quiebre y no crean que la luz volverá.
Imagina que nunca has visto la noche, nunca has visto el cielo nocturno, solo conoces la luz, y la oscuridad solo es algo pequeño, que está dentro de cuevas, casas, o cuando tú lo decides, cuando cierras los ojos.
Si estuvieras rodeado de oscuridad de repente, sin saber por qué todo en tu mundo ha desaparecido, que te has vuelto ciego, y que solo oyes los gritos desesperados de tus iguales.
¿Qué crees que desearías por encima de todas las cosas?
Sí, eso es. Volver a ver. Luz.
¿Y de dónde obtendrías la luz?
Del fuego.
Y no querrías que ese fuego se apagase, querrías que iluminase tu mundo igual que lo iluminaban los seis soles solo hace unos instantes.
Solo tendrías la necesidad de querer luz sin importar lo demás.
Quemarías todo, no querrías volver a sentir otra vez el vacío, la oscuridad, la nada.
Ese fuego sería el salvador, el héroe que eliminaría la oscuridad, pero a la vez sin darte cuenta consumiría todo lo que habíais creado, no dejaría nada a su paso.
Y lo peor de todo, es que una vez lo consumiera todo, el héroe luminoso desaparecería, dejando de nuevo a todos en la oscuridad, en la barbarie.
Donde solo unos pocos supervivientes comenzarían de cero a reconstruir la civilización, iniciando así un nuevo ciclo.